Por Danny Ayala Hinojosa
Innumerables veces he leído durante años que las élites intelectuales del país no han dado la talla, que actúan de espaldas a lo que el pueblo desea, también escuché la frase "los pueblos cosechan lo que sus intelectuales siembran". Ambos pensamientos siguen vigentes aún cuando parezcan contradictorios. Una prueba mas son los resultados de las elecciones del 15 de agosto pasado.
Durante décadas la intelectualidad ecuatoriana en forma mayoritaria cultivó el antiamericanismo, el cuestionamiento al liberalismo económico y a la democracia representativa. Nos vendieron utopías bañadas y vestidas de camisetas del Ché, de canciones de Silvio Rodríguez y de discursos de cafetín. Que el paraíso está cerca en el caribe, que el proletariado llegaría triunfal a cada plaza de América Latina, que al fin le había llegado la hora a ese fantasma del Capitalismo, que acá todos comentan pero que nadie en persona ha visto.
Mas tarde, los ecuatorianos pobres cosecharon lo que los intelectuales habían sembrado. Se sucedieron reformas agrarias (el Estado redistribuyendo riqueza), duplicación decretada de sueldos durante la presidencia de Roldós (el Estado redistribuyendo riqueza), sucretización durante la presidencia de Hurtado (el Estado haciendo de padre absorbiendo deuda privada), control de precios durante la presidencia de Febres Cordero (el mayor amigo de Fidel Castro es el habitante de El Cortijo), devaluación e inflación descontrolada (el Estado emitiendo billetes sin respaldo) y apuntalando un Estado obeso lleno de garantías sindicales y privilegios burocráticos durante la presidencia de Rodrigo Borja, salvando bancos en apuros durante la presidencia de Mahuad (el Estado de padre de nuevo privilegiando a banqueros corruptos), nacionalizando empresas y renegociando unilateralmente contratos durante la presidencia de Alfredo Palacio (el Estado apropiándose de lo ajeno y violentando su palabra).
Las consecuencias están la vista: corrupción, pobreza y desempleo.
Por una parte los ciudadanos castigaron a los partidos tradicionales relegando a sus candidatos a puestos mediocres, los desastrosos resultados de ID-RED, PSC y PRE son prueba de ello. Por otra parte los ecuatorianos han probado aquí y afuera, nuevas ideas, nuevos ambientes y procesos que los intelectuales locales les aseguraron que no han funcionado. Por una parte la dolarización, proceso logrado a fuerza de no existir otra alternativa, brindó estabilidad a la economía, y ésta solo fue una sola medida económica de tantas otras que debieron tomarse. Por otra parte, miles de ecuatorianos que huyeron del país llegaron a economías que sí les brindaron oportunidades, allí aprendieron que lo que se les dijo que no funciona, sí funciona, el Capitalismo.
Destinos de migrantes como Estados Unidos, España, Inglaterra, Alemania, Italia y hasta las socialdemocracias sueca y francesa (muchísimo mas liberales que Ecuador) le enseñaron al ecuatoriano que el libre comercio sí funciona, que la competencia sí brinda beneficios a todos, que la iniciativa privada es la única forma de creación de riqueza que funciona, que el trabajo, el ahorro y una vida digna sí son posibles en economías donde el Estado poco interviene.
Un candidato, Alvaro Noboa, antes mejor conocido por sus ofertas populistas, había estado migrando a ofertas mas claras que sintonizaban con las necesidades populares y abanderando lo que muchos han empezado a intuir que funciona. Llegó a convencer al electorado pobre con las mismas ofertas populistas del pasado pero convenció a una creciente y educada clase media y alta con propuestas de defensa de la dolarización, del libre comercio, de la inversión y la libre empresa; a la vez que se desmarcaba de los viejos caudillismos que resultaron perdedores en estas elecciones.
El ascenso meteórico del candidato de izquierda, Rafael Correa, quien con rostro juvenil personifica a ese viejo país que se niega al progreso a fuerza de pedrada y corte de vías, fue hallado en su falta de propuestas y sintonía con las necesidades del pueblo y de la clase media. Y es que la Asamblea Constituyente fue vendida como panacea, como el maná que caería del cielo. Mas ello no bastó para convencer a un electorado cada vez mas conectado culturalmente con procesos globales que con el país casi feudal que ya ni reflota ni se hunde, se descompone.
No pongas vino nuevo en odres viejos, sentenciaba Jesús, porque vino y odres se descomponen. Correa, vinagre de nuevo rostro en odres de ideas superadas en la teoría y en la práctica y superadas en tantos tiempos, tantos lugares y por tantas culturas. No importa cuanto dinero aportó el caudillo venezolano ni cuanto los mercaderes/beneficiarios de privilegios locales. El pueblo llano se dio cuenta que la Constituyente no alimentaría ni vestiría y la clase media se dio cuenta que la Constituyente era un peligro para la incipiente estabilidad económica. Sí, aquellas "ovejas" aleccionadas por la izquierda en las aulas, en los medios, en los púlpitos y en la academia, finalmente sí saben como hacer un balance costo/beneficio.
En occidente existe un respeto por los pensadores clásicos y sus descendientes ideológicos, mas existe una proverbial indeferencia o mas bien desconfianza a los intelectuales de recientes épocas. Y por buenas razones; Marx, Lenin, Stalin, Pol Pot, Hitler y muchos otros fueron intelectuales. Del Capital de Marx al Mein Kampf de Hitler, del nacional-socialismo de Hitler al nacional-socialismo de Ceaucescu, muchos en occidente aprendieron a tomar distancia de ciertas élites intelectuales que proponían un Estado benefactor y omnipresente. El fenómeno, con cierto atraso, podría estar reproduciéndose en Ecuador y bien podría estar sucediendo que el populismo está migrando a posiciones mas pragmáticas mientras la izquierda recalcitrante ha perdido el debate. Como nota, las 300.000 casas ofrecidas por Noboa sería la única tesis populista dentro de un programa que podría haber sido redactado por Ricardo lagos o Michelle Bachelet: libre comercio, inversión privada, buen manejo fiscal, programas sociales que funcionen sólo si existe suficiente creación de riqueza.
A la izquierda intelectual le queda una salida: plegarias, mea culpa y contricción de la carne; y entender de una buena vez, que no existen medidas económicas de derecha o izquierda, sino medidas económicas de sensatez, esto ya lo dijo el laborista Tony Blair y lo repitió el socialista Ricardo Lagos. Pero no se aprendió la lección, la izquierda perdió su oportunidad con León Roldós, quemaron su único cartucho, pactar ahora con Correa es contra-natura, pactar con el eje de Chávez solo sumiría más en la ignominia a una tendencia que ahora necesita dar un salto evolutivo y aggiornarse.
1 comment:
fé de erratas: donde dice 15 de agosto debería decir 15 de octubre.
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