La esclerosis paradigmática es causa y efecto del estancamiento y la involución de los individuos y las sociedades que la padecen y la mantienen latente para provecho de sus intemporales líderes espirituales y políticos. La mala elección o la falta de renovación y diversificación oportuna de Ios paradigmas inciden adversamente sobre el desarrollo de los pueblos y conspiran contra la hegemonía y hasta la supervivencia de las civilizaciones.
He ahí el caso de la India y sus paradigmas dominantes y exuberantes en espiritualismo, adivinación, misticismo, oración, meditación, ayuno, abstinencia y sacrificios extremos, espectaculares e innecesarios, que han propiciado la existencia de batallones de guías espirituales, gurus, profetas, nigromantes, astrólogos, agoreros y otros tantos charlatanes capaces de sobrevivir sólo con agua durante semanas y descansar acostados sobre clavos en punta. En esas condiciones, en aquel país emergen espontáneos y por millares los más famosos taumaturgos y predicantes habilitados para encantar serpientes y multitudes de incautos que los reconocen como seres iluminados y profetas y se convierten en sus fieles seguidores, entregándose incondicionalmente a creencias, dioses y ritos insólitos, mientras se envuelven de miseria y esperan, pasivos y silenciosos, reencarnarse en la siguiente vida en algo mejor, como recompensa a su abnegación y subordinación voluntarias.
Al respecto, el maestro Osho dice: La civilización hindú está tan podrida que no sabe como morirse.
En América Latina los paradigmas, en cambio, tienen más que ver con los anhelos de libertad, igualdad y fraternidad; trilogía que, generación tras generación, ha propiciado el surgimiento de una pléyade de libertadores, revolucionarios, guerrilleros, combatientes voluntarios, salvadores de pobres, golpistas y terroristas; v. gr.: el Che, Fidel Castro, Pinochet, Simón Bolívar, Pancho Villa, Emiliano Zapata, Sandino, Alfaro, Marulanda, el Comandante Marcos, el Mono Jojoy y otros tantos "emancipadores" "protectores de los desvalidos", delincuentes y tiranos. Personajes que han sido llevados por sus seguidores a los altares de la patria y se han convertido en perpetuos paradigmas de los intelectuales, de los educadores, de los jóvenes y de muchos utópicos y soñadores que menosprecian la inteligencia afectiva y creativa, desechan las acciones productivas, condenan el éxito económico y aborrecen los emprendimientos generadores de riqueza material; aunque ellos son los primeros en exigir gratuitamente "justicia social" e "igualdad con ventaja" en el reparto de bienes y privilegios . Y es en estos ambientes y con estos ejemplos que se forjan juventudes anhelantes, dispuestas a encapucharse, a lanzar proclamas, piedras y bombas incendiarias para arreglar el mundo a fuerza de caotizarlo.
En los Estados Unidos de Norte América, los paradigmas tienen que ver más con el desarrollo de la inteligencia productiva, Ia creatividad, la ciencia y la tecnología; con la conquista del espacio y las comunicaciones; con la cibernética, eI fomento de la agricultura, la industria y el comercio; con el mundo de los negocios y el dinero. Y es en estas áreas de acción donde se destacan figuras como Bill Gates, D. Rockefeller, Walt Disney, Henry Ford, Tomás Alva Edison, Jefferson, Ray Kroc, W. MacGowan y muchos hombres geniales, visionarios, emprendedores sagaces, gestores y constructores del esplendor de esta civilización occidental globalizada y vilipendiada.
Tres ejemplos, tres formas de ganar o perder la vida. Unos, promoviendo la cultura de la contemplación, la desidia y la inercia; otros, impulsando la protesta, la queja, la ira y el llanto; y aquellos, creando y generando trabajo y riqueza. ¿Cuál eliges? ¿Cuáles paradigmas suscitan tu admiración o rechazo? ¿Cuáles tus anhelos de imitación?Ahora, solamente imagínate a miles o millones de hombres tras de una de esas tendencias: ¿Cuál sería la sociedad dominante que progresaría y cuál la que se iría por el despeñadero de la pobreza?
Cualesquiera de los paradigmas que escojas, elige despierto, libremente, con consciencia plena y convicción, mas no porque alguien te arrastre como borrego, sin que sepas si te llevan a los pastos o al matadero.
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