Algunos creadores de opinión han sometido al público a falsas dicotomías. Se denuncia que la agricultura es una actividad de muy pocas posibilidades para crear valor agregado, y que si seguimos siendo proveedores agrícolas del mundo nos vamos a quedar en un rol mínimo como nación. Totalmente cierto. Pero luego se escucha a los mismos sectores decir que el Ecuador es un país agrícola y que hay que proteger el empleo en el agro, en “áreas sensibles” frente a la competencia internacional, usando salvaguardas.
Pero no podemos dar palo porque bogas y palo porque no bogas. Hay que elegir, lo que implica sacrificar lo que no se eligió.
Queremos muy bien regulados a empresarios de todo tipo (incluida la banca), pero nos encantaría que bajen los precios y mejore la oferta de productos y servicios. O regulamos creyendo que así tenemos a raya a los más ambiciosos, o modernizamos el campo de juego para que las empresas internacionales dejen de estar de jure o de facto alejadas de nuestro país.
Ahora, las falsas disyuntivas. Sobre la relación con los EEUU, o somos pro yanquis o somos amantes de lo nuestro. Si queremos profundizar nuestra relación comercial con el país del norte, se asume que estamos de acuerdo con la política militar del Gobierno de ese país. Querer lo nuestro no implica desconfiar del otro, y mucho menos confundir la nación estadounidense, digna de admiración por sus proezas empresariales, con un presidente específico o sus políticas.
Tampoco es cierto que el desarrollo implique per se un uso abusivo del medio ambiente. Ni es cierto que la antítesis de la libre competencia y los mercados sea la solidaridad. La alternativa, lo que existe en ausencia de mercados libres, es el monopolio y el oligopolio. La solidaridad es más propia de sociedades abiertas, si respetamos la historia, pues existen los medios y la posibilidad real de disponer de recursos propios para apoyar a otros. Dicho sea de paso, no podemos quejarnos de que hay abusos o sobresueldos en el sector estatal si al mismo tiempo sostenemos el paradigma de que ese sector debe actuar libre de competencia y participación de los ciudadanos en forma de propiedad real de las cuasi-empresas.
Estas son solamente algunas de las falsas disyuntivas que se nos presentan para mantenernos paralizados. Creo que merecemos algo mejor. Seamos conscientes de pros y contras de las decisiones, pero una vez tomadas, y para usar otra expresión muy nuestra: a lo hecho, pecho.
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