Por Víctor Hugo Bonifaz*
Observar a Joyce de Ginatta cuando fue entrevistada por Carlos Molina el pasado 3 de junio en Tribuna Liberal, resultó cual acudir al encuentro del vigor empresarial encarnado en una mujer para quien el descanso es un lastre y el trabajo, la insignia a destacar.
Es que con su ceño fruncido y frases tajantes no busca granjearse simpatías. Deduce que la tirria suele ser el precio de la notoriedad. No le tiembla la voz cuando propone “cambiar la demagogia por la libre empresa”; ni le obnubila la grandilocuencia cuando ha de puntualizar en fórmulas sencillas cómo sacar avante el país: “corrupción es igual a monopolios más discrecionalidad menos rendición de cuentas”, es una de sus favoritas para romper el stablishment, donde no triunfa el más apto sino el mejor apadrinado.
“Doña Joyce”, agilizó Molina, “¿cuáles son las características que hacen a un país virtuoso?”. Entonces riposta y nos hace entender que en los Estados atrasados reina el neo populismo; en los desarrollados, el anhelo de crear riqueza… ¡y que las ideologías alcancen el sueño de los justos! Aquellos se regodean en concepciones erróneas, como el de obtener todo a cambio de nada; éstos, en conquistar las cosas acorde a sus capacidades. Los países ricos no ahuyentan la inversión extranjera, no temen la competencia, ni rechazan la tecnología. Hay otros que deambulan en un paralelo universo kafkiano donde la ley sabotea a la ley.
Cuando nos ha convencido que su liderazgo es fundamentalmente contra corriente, su exaltación controlada se fortalece con la revisión de datos, cifras; comparaciones de la situación internacional. A la flexibilidad laboral practicada en China o en Chile, le carga el remedio contra nuestro anquilosado “Código de desempleo”. Los sociólogos interculturales, abanderados por Ulrich Beck, la condenarían al abstraccionismo de la glocalidad: “pensar globalmente, actuar localmente”; pero esta empresaria guayaca, que alguna vez terció en política, se siente incómoda con los estereotipos. Su mímica la denuncia explosiva, hasta que su mirada anuncia otro veredicto de su cultivada experiencia: el éxito personal, así como el de los países, requiere agallas, no sólo teorías.
No concede ni pide treguas. De igual actitud hace gala en CNN que en Tribuna Liberal o en cualquier otro medio de nuestra mediatizada opinión pública. A ratos parece desbordar al entrevistador; otros, al tiempo de la entrevista; aunque siempre está atenta a cada frase con que se le cuestiona, como si le urgiera reescribir nuestra historia desde la empresarialidad.
El dilema de si la condición de líder es congénita o adquirida, suele estar compenetrado con certezas sobre el tipo de educación que ha de recibirse en la infancia. En este sentido, la familia es trascendental para tamizar los parámetros estatistas que nos abundan. Pero también el entorno cultural cuenta, o al menos influye. Recuerdo que cuando niño escuchaba a los mayores bailar al son del “negrito del Batey (…) porque el trabajo lo hizo Dios como castigo. ¿Por qué eso de trabajar?, ¡merengue es mucho mejor!”
¿Será posible en Ecuador, cambiar el merengue en aras del esfuerzo productivo?
Observar a Joyce de Ginatta cuando fue entrevistada por Carlos Molina el pasado 3 de junio en Tribuna Liberal, resultó cual acudir al encuentro del vigor empresarial encarnado en una mujer para quien el descanso es un lastre y el trabajo, la insignia a destacar.
Es que con su ceño fruncido y frases tajantes no busca granjearse simpatías. Deduce que la tirria suele ser el precio de la notoriedad. No le tiembla la voz cuando propone “cambiar la demagogia por la libre empresa”; ni le obnubila la grandilocuencia cuando ha de puntualizar en fórmulas sencillas cómo sacar avante el país: “corrupción es igual a monopolios más discrecionalidad menos rendición de cuentas”, es una de sus favoritas para romper el stablishment, donde no triunfa el más apto sino el mejor apadrinado.
“Doña Joyce”, agilizó Molina, “¿cuáles son las características que hacen a un país virtuoso?”. Entonces riposta y nos hace entender que en los Estados atrasados reina el neo populismo; en los desarrollados, el anhelo de crear riqueza… ¡y que las ideologías alcancen el sueño de los justos! Aquellos se regodean en concepciones erróneas, como el de obtener todo a cambio de nada; éstos, en conquistar las cosas acorde a sus capacidades. Los países ricos no ahuyentan la inversión extranjera, no temen la competencia, ni rechazan la tecnología. Hay otros que deambulan en un paralelo universo kafkiano donde la ley sabotea a la ley.
Cuando nos ha convencido que su liderazgo es fundamentalmente contra corriente, su exaltación controlada se fortalece con la revisión de datos, cifras; comparaciones de la situación internacional. A la flexibilidad laboral practicada en China o en Chile, le carga el remedio contra nuestro anquilosado “Código de desempleo”. Los sociólogos interculturales, abanderados por Ulrich Beck, la condenarían al abstraccionismo de la glocalidad: “pensar globalmente, actuar localmente”; pero esta empresaria guayaca, que alguna vez terció en política, se siente incómoda con los estereotipos. Su mímica la denuncia explosiva, hasta que su mirada anuncia otro veredicto de su cultivada experiencia: el éxito personal, así como el de los países, requiere agallas, no sólo teorías.
No concede ni pide treguas. De igual actitud hace gala en CNN que en Tribuna Liberal o en cualquier otro medio de nuestra mediatizada opinión pública. A ratos parece desbordar al entrevistador; otros, al tiempo de la entrevista; aunque siempre está atenta a cada frase con que se le cuestiona, como si le urgiera reescribir nuestra historia desde la empresarialidad.
El dilema de si la condición de líder es congénita o adquirida, suele estar compenetrado con certezas sobre el tipo de educación que ha de recibirse en la infancia. En este sentido, la familia es trascendental para tamizar los parámetros estatistas que nos abundan. Pero también el entorno cultural cuenta, o al menos influye. Recuerdo que cuando niño escuchaba a los mayores bailar al son del “negrito del Batey (…) porque el trabajo lo hizo Dios como castigo. ¿Por qué eso de trabajar?, ¡merengue es mucho mejor!”
¿Será posible en Ecuador, cambiar el merengue en aras del esfuerzo productivo?
Tribuna Liberal se transmite por CN3, Cable Noticias, los sábados a las 22:30 y se reprisa los domingos a las 16:30. Su conductor es el Econ. Carlos Molina Gavilanes.
* Víctor Hugo Bonifaz, economista miembro de la Unión Etica Libertaria, analista independiente de Políticas Públicas
No comments:
Post a Comment