Julio frunció el ceño inmediatamente. Él tiene 8 años y es estudiante de la escuela San José La Salle; su reacción fue la respuesta a la consulta de qué pensaría si en el bar de su plantel comenzaran a vender chochos, tostados, máchica, pinol, habas fritas, etcétera.
Los productos arriba mencionados son parte de al menos 50 bocadillos que forman la lista de alimentos que se deben expender en los bares de los establecimientos educativos del país; nómina que fue remitida desde la División Nacional de Educación para la Salud (DNES), del Ministerio de Educación y Cultura, el pasado viernes.
El Federalista: no contentos con hacer casi imposible la creación de nuevas escuelas y colegios privados, no contentos con imponer límites a las matrículas de las escuelas que les permitirían desarrollar mas beneficios a los estudiantes, no contentos con permitir el despilfarro de recursos en un sistema educativo deficiente y politizado. Hoy, la burocracia ministerial quiere imponer una dieta a los padres de familia para administrarla a los estudiantes.
Las decisiones sobre la alimentación, vestido, arreglo, creencias, conciencia, proyecto de vida, etc. le compete exclusivamente a cada persona y en el caso de los menores le corresponde a los padres o apoderados del menor. Creer lo contrario no solo es inmiscuirse en la vida privada de las personas, es suponer que la gente no puede cuidarse por sí misma o es tonta para no aprender de sus errores, contradice el principio de responsabilidad personal, hace del gobierno un dictador de estilos de vida mientras descuida otras tareas mas importantes como desbaratar las regulaciones ministeriales educativas y reducir la burocracia y politiquería del magisterio.
No, el gobierno no tiene por qué decirle a la gente lo que puede consumir y la burocracia no tiene por qué entrometerse en la lonchera de los niños y en la cartera de los padres.
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