Saturday, September 01, 2007

Opinión: El socialismo del siglo XXI en Ecuador

RAUL A. VILLAVICENCIO

Ecuador, país gobernado por infames mafias políticas que han llevado al pueblo a la pobreza y desesperanza, ha iniciado una nueva aventura política con el presidente Rafael Correa, quien ha adoptado como fórmula de gobierno el libreto modernizado para Hugo Chávez del cuasidifunto Fidel Castro y él como ''aventajado alumno'', avanza rápidamente hacia el socialismo del siglo XXI, una mezcla entre el comunismo dogmático, la ineptitud administrativa y la corrupción generalizada.
Copiando a Chávez y permanentemente en campaña, Correa propone a la próxima Asamblea Constituyente de octubre extensas reformas para que la nueva Constitución consolide su poder presidencial, centralizando los principales ejes del estado y creando comités de apoyo y veedurías ciudadanas que controlarían hasta el comportamiento del hombre común, que como indica es fundamental para ``garantizar la revolución bolivariana ciudadana''.
Para cumplir su objetivo, el presidente Rafael Correa desvergonzadamente intenta seducir a las gloriosas fuerzas armadas, a quienes quiere usar como aliado estratégico para eternizarse en el poder, igual que Fidel y Chávez.
Para esto las politiza y expone a la corrupción, delegando al Cuerpo de Ingenieros del Ejército ejecutar los decretos ejecutivos 147 y 295 de febrero y mayo del 2007 para realizar la emergencia vial del país, a FLOPEC, empresa de la armada, en julio del 2007, para que contrate la construcción de las esferas de almacenamiento de gas licuado de petróleo en Monteverde, y a la armada el dragado el puerto de Guayaquil; nombrando a los militares como agentes de subcontrataciones millonarias a terceros, sin licitación pública.
A pesar de que los decretos ejecutivos de emergencia vial y subcontrataciones no se justifican en la actual Constitución de la República y se contraponen a la Ley Orgánica de Defensa Nacional, que prohíbe ``la utilización de personal y bienes a cargo de las fuerzas armadas en actividades propias del sector privado, sean o no remuneradas, medie o no contrato''.
Además anunció un baratillo de ofertas a los militares como la eliminación de aportes al seguro social para los retirados, la homologación salarial para los activos, promover su derecho al voto, participación en actividades económicas y tratamiento especial en las cortes de justicia.
''Nos estamos jugando todo'', les dijo públicamente a las fuerzas armadas, pidiéndoles respaldar y proteger a su ''gobierno ciudadano'' contra ''atentados y escándalos de opositores'', además politizándolos al decirles a que estén ``atentos, queridos compañeros de las fuerzas armadas, ya empezó una guerra, que si bien no es a muerte como una guerra violenta, esta no va a tener límites ni escrúpulos''.
Correa no quiere pasar la suerte de sus predecesores que sin falta de apoyo militar terminaron sus mandatos prematuramente, intenta volverlos cómplices del descalabro nacional.
La incertidumbre, descontento nacional y las señales del decrecimiento económico son obvias. El Ministerio de Finanzas acepta públicamente que no hay inversión extranjera, que los bancos ecuatorianos privados tienen $3,100 millones en depósitos en el exterior, confirma la fuga de capitales privados hoy contabilizados en bancos y financieras como Merryl Lynch, Goldman & Sachs, UBS y otros cuyos agentes de captaciones visitan a diario el país en busca de los pocos fondos que quedan, y que la reserva del país de 3,600 millones también está depositada en el exterior.
Pero no mencionan el proyecto de ley sin aprobar en el Congreso para cobrar un impuesto del 1% a las transacciones bancarias internacionales, para frenar la fuga de capitales, que en los considerandos se admite $12,000 millones como dinero fuera del país.
Como excusa culpan a la política petrolera del pasado al haberse reducido la producción en aproximadamente 40,000 barriles diarios al día, comparado con el año 2006, lo que representa una pérdida anual estimada de $1,000 millones, por lo que también el crecimiento ajustado a la fecha por el Banco Central del Ecuador para este año es de sólo el 3.4%, mientras que nuestros vecinos crecerán entre 6 y 8%.
Afortunadamente, Correa ha prometido en innumerables ocasiones renunciar a su cargo ante la Asamblea Constituyente en caso de que no gane la mayoría de asambleístas en la próxima contienda electoral del 30 de septiembre.
Por el bien común de la patria, ojalá Correa no obtenga la mayoría y cumpla su promesa de renuncia para su sustitución pacífica. Pero si logra la mayoría, lícitamente o no, y además consigue seducir a las fuerzas armadas, el país será condenado al retrógrado socialismo del siglo XXI y, en ese caso, Dios no quiera, tendríamos chavismo a la ecuatoriana para rato.

Publicado en El Nuevo Herald

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