Av. NNUU y República de El Salvador, sector hotelero, financiero, comercial y residencial de la ciudad de Quito.
Estamos allí en la elegante oficina o en el puestito de hotdogs en la calle, allí en el conglomerado multinacional o en la humilde tienda de barrio.
En realidad sí existen marchas en favor del capitalismo y cada primer domingo de junio se celebra el día del capitalismo. Pero el capitalismo se celebra cada día cuando se abre la tiendita o el portón de la gran industria, cuando adquirimos un préstamo para un negocio pequeño o una gran inversión de riesgo, cuando el comerciante vende sus productos en el mercado o cuando el empresario cierra un trato multimillonario, cuando el profesional independiente desarrolla sus negocios o cuando una firma internacional abre una nueva sucursal en alguna ciudad. Allí donde el panadero vende su producción o el petrolero abre un nuevo pozo, allí se celebra diariamente el capitalismo.
Así que aunque los parásitos de la sociedad nos exijan nuestra "responsabilidad social" y "devolver" o "redistribuir" la riqueza que los industriales, profesionales, comerciantes, mineros, petroleros, finqueros o empleados privados hacemos. En realidad ellos, los parásitos sociales, no pueden vivir sin nosotros. Tal vez esa es la mayor deshonra que consume a burócratas, activistas anti-mercado y politiqueros, nos deben su salario, no podrían vestir, ni comer, ni cubrirse si no fuera porque somos nosotros quienes fabricamos, comerciamos y financiamos sus necesidades y encima entregamos por impuestos el dinero que ellos toman para sostenerse y apuntalar las ideologías retrógradas que buscan confiscar lo que producimos.
Los socialistas lanzan piedras, los capitalistas lanzamos productos, servicios e ideas.
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