Wednesday, August 22, 2007

Elecciones de constituyentes: farsa

El gobierno de Rafael Correa no se apresta a cometer fraude, ya lo está haciendo a través del uso de dinero público para promover a sus candidatos.

Noticia en EcuadorInmediato: TSE solo puede prohibir publicidad oficial pero no sancionar

Acosta dijo en Ecuavisa esta mañana que el Artículo 21 de la Ley de Gasto Electoral efectivamente prohíbe la utilización de bienes y recursos públicos pero no establece una sanción, que el control viene de parte de la Contraloría para establecer sanciones civiles penales y administrativas. “No establece sanción, solo prohibición, está en la Ley, el TSE no necesita establecer un nuevo mecanismo jurídico, porque ya está en la ley”. El funcionario resaltó que el TSE no ha adoptado una posición todavía, se ha hecho un estudio y comparte en el sentido de que en la ley electoral no hay una sanción sino en la ley de la Contraloría. “No hay una ley que diga pueden ordenar una veda publicitaria”, en ese sentido indicó que están redactando hoy día a través de René Maugé y Andrés León, una resolución.

El Federalista: No va a existir sanción efectiva, el TSE es de facto un organismo adscrito a la presidencia, sus vocales en mayoría son afines a los partidos de gobierno. La Contraloría tampoco hará mayor cosa, para cuando el trámite burocrático esté en curso ya habrá terminado la campaña, ya se habrá cometido fraude en las urnas y se habrán distribuido a dedo los cargos de asambleístas.

Es evidente, no habrá elecciones limpias sencillamente porque Rafael Correa no gobernará sino con una Asamblea Constituyente que le permita eliminar de un plumazo toda resistencia y entonces allí empezará a plasmar su plan de gobierno ¿por qué no lo hace ahora? porque su plan es invendible e incluye erosionar los derechos individuales, regular la propiedad privada, sentar las bases para salir del dólar, frenar aun mas el comercio, nacionalizar empresas, "democratizar" (intervenir) los medios de comunicación y aumentar impuestos.

Estamos ante una pesadilla orwelliana.

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