¿Qué debe hacer el Ecuador con el dinero extra que recibe por la exportación de petróleo? ¿Se mantendrán los precios en estos niveles históricos, o será un ‘boom’? ¿Quién cuida el patrimonio público y la forma como se lo gasta? Estas preguntas no tienen asidero en discusión diaria del país.
Nadie las quiere hacer o por lo menos nadie las discute. A muchos no les conviene porque viven del derroche. Simplemente el tema parece que corresponde al mundo de los fantasmas, cuando en la realidad la forma como se las resuelva va a desencadenar efectos vitales en el futuro de la sociedad.
Si las cosas siguen como están hoy, es decir si la improvisación y falta de visión sobre la dirección del mundo continúan marcando las decisiones políticas de las distintas esferas gubernamentales, todo ese enorme capital que llega al país y que podría servir para construir una colectividad más equitativa, dinámica y justa sólo habrá servido para cubrir mezquinos propósitos populistas, que llenan la boca de ciertos dirigentes pero que no sirven para nada en la solución de los problemas sociales.
Todos los días leemos los cientos de millones de dólares que se pierden en las empresas públicas. Casi no hay actividad encargada a la administración pública que se libere de este karma.
En las eléctricas, con alguna excepción, todas pierden. Se roba la energía, muchos no pagan, las tarifas otorgan subsidios a los que no necesitan, las distribuidoras son morosas y el sistema de precios premia a ciertas generadoras.
El caos es el eje de la organización pública. Pero el gobierno calla y dilata su atención. En comunicaciones pasa algo similar. Las compañías, alguna de las cuales hasta hace poco era un buen ejemplo, ahora son centros de dispendio, oportunismo e improvisación. Incluso la celular tiene un déficit que algún rato estallará. ¡Ya verán!
Petroecuador es otro ejemplo. Los fondos de pensiones también se suman a este mundo . Sin el aporte fuerte del Estado no pueden vivir, y cuando se habla de equidad con los que menos tienen y no reciben atención, se cambia de tema. La lista es interminable. Cada lector puede poner un ejemplo.
En un estudio que hizo el Observatorio de la Política Fiscal se denunció hace poco el mal uso de la renta petrolera. Comparó lo que el país recibió entre 1994 y 1999, con el periodo del 2000 al 2005, y encontró que mientras las exportaciones petroleras le dieron más de 10 000 millones de dólares adicionales, el Gobierno se gastó 7 900 millones extras, como leen, extras, en gastos corrientes y sólo 1 600 en inversión pública. ¡Por ese camino se va al infierno! Los subsidios ya superan los 2 000 millones y nadie quiere ver la crisis que se está fraguando con este abuso inmisericorde de los dineros públicos.
Había una época en la cual, sin ser la mejor, por lo menos por cada dólar que se gastaba en sueldos se ponía otro en inversión. Hoy, se gasta 1,50 y apenas 1 se invierte. Algún día este ‘boom’ tendrá su final y ahí vendrán las proclamas contra el neoliberalismo para esconder las verdaderas responsabilidades.Ojalá el país se de un tiempo para abordar con seriedad las preguntas que inician esta columna y supere esta ceguera sobre la hemorragia fiscal.
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