Vino, vio y venció. En una de las más impresionantes operaciones políticas realizadas en el Ecuador por un jefe de Estado extranjero en los últimos tiempos; el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se tomó prácticamente por asalto el Gobierno de Alfredo Palacio, después de derribar, una a una, las tímidas barreras que varios de los funcionarios quisieron poner a su paso. Que la Cancillería declaró que este era un encuentro para hablar de negocios y no un entendimiento ideológico. Que el ministro de Energía aclaraba que no se trataba más que de la firma de unas cartas de intención que podían o no cumplirse. Pamplinas. La imagen del comandante Chávez subiendo las gradas del Palacio de Carondelet, abrazado a un sonriente Alfredo Palacio, vale por mil palabras. La mañana del martes, el Ecuador se alineó al eje que, desde Caracas, se extiende hasta La Habana y La Paz.
No es seguro que la decisión haya sido tomada por el régimen después de una profunda meditación sobre el interés nacional. Lo es, en cambio, que una administración sin mayores convicciones ha sido arrinconada a ese punto por una política exterior norteamericana que eleva a razón de Estado el contrato con una petrolera. El arrogante comportamiento de la Oxy respecto al IVA, y su negativa a aceptar el veredicto del SRI, desembocó en la caducidad del contrato. Para rematar, lo que debía terminar como un conflicto legal entre el Estado y la Oxy, se elevó a un enfrentamiento entre naciones, con sanciones como la suspensión de las negociaciones para un tratado de libre comercio y el final de las preferencias arancelarias. Es verdad que Venezuela no debería confiar demasiado en un régimen que en la misma tarde se abraza con el chavismo y nombra ministro de Comercio Exterior a un representante del sector privado como Joaquín Zevallos. Pero el Ecuador tampoco puede confiar en un líder que no oculta su intención de intervenir en los asuntos internos de sus naciones vecinas. No solo en el Perú, país al que ha amenazado con romper relaciones si elige al candidato Alan García, sino también en Nicaragua, con cuyo candidato presidencial, Daniel Ortega, ha firmado una carta de intención para ayudar energética, en caso de que este sea elegido. De aquí, a que Chávez apoye a uno de nuestros candidatos presidenciales es cosa de tiempo. Apenas este fin de semana, según informa el diario La Hora, el diputado chavista Laureano Seigas declaró, en Manta, que el Ecuador debe erradicar la presencia de soldados norteamericanos de la Base Aérea de esa ciudad. El venezolano participaba en un “congreso de los pueblos” en el que los “bolivarianos” estaban divididos entre las candidaturas presidenciales de Marcelo Larrea y Rafael Correa. Solo hay que darle tiempo al tiempo.
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