¿Cuál es el principio que debe ir siendo cada vez más preponderante en sociedades abiertas: quien más produce más paga o quien más utiliza un servicio más paga?
La primera opción implica un castigo a los más productivos, y desalienta por ende la creación de productos con más y no menos valor agregado, de empleos de más y no menos aprovechamiento del potencial humano, y de proyectos de toda índole, y lleva a un sistema de impuestos o confiscación. La segunda implica que se reconoce que existen recursos escasos (por ende propiedad) y ante la realidad de que hay proyectos de vida distintos que disputan el uso de esos recursos, deben tener precios reales, y lleva a un sistema de tasas o proporcionalidad.
La existencia de bienes públicos en el sentido cómodo y anticientífico del término, como “bienes que si no se proveen políticamente no son provistos en absoluto”, son un error de libros de texto de amplio impacto como el de Paul Samuelson, que los enseña sin beneficio de inventario y bajo justificativos supuestamente sofisticados, como externalidades, exclusión y rivalidad.
Sin embargo, Ronald Coase, premio Nobel, ya demostró empíricamente que el famoso faro para los barcos, típico ejemplo de Samuelson, fue siempre privado hasta su confiscación por parte del aparato político. La gestión de los bienes públicos fue masivamente privada en la Argentina de la sociedad abierta preperonista, que Juan Bautista Alberdi inspiró. Que algo sea público por tener que ver con el público, no significa que deba ser gestionado político-burocráticamente, más bien todo lo contrario: se debe permitir el ingreso a participantes, rivalidad en igualdad ante la ley y soberanía del beneficiario, no de un ungido.
Existe toda una escuela, la de la Teoría de la Opción Pública, que muestra al Estado tal como es, lleno de incentivos hacia el ensimismamiento, la corrupción, la discrecionalidad. Por eso desde la Ilustración, quienes ven al Estado tal como es y no como los románticos aspiran que sea –si tan solo ellos y no otros llegan a manejarlo, buscan que tenga funciones ligeras, básicas y que deje el resto a la comunidad, que sí tiene incentivos, conocimiento y, sobre todo, paga sobre sus hombros los errores de gestión en vez de transmitírselos a otros.
Y valga decirlo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) no tiene nada de liberal o libertario, es una creación intelectual de John Maynard Keynes, miembro activo del socialismo fabiano en Inglaterra durante su vida pública.
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