Noticia en El Comercio: La Mesa 9 plantea el fin de los arbitrajes internacionales
El Federalista: el aislacionismo internacional en cuanto a lo político es sano pero no lo es en cuanto a lo comercial y sobre todo a lo jurídico. Pretender erradicar de un plumazo el arbitraje internacional es una equivocación, una iniciativa basada en una ignorancia total con respecto a relaciones internacionales.En el Ecuador ya “no se podrá celebrar tratados internacionales que obliguen al Estado a ceder jurisdicción a instancias de arbitraje internacional en controversias de carácter contractual o comercial entre el Estado y personas naturales o jurídicas privadas”.
Esa es una de las nuevas disposiciones que tendrá la Constitución, si es aprobada por el Pleno en segundo y definitivo informe aprobada por la Mesa 9 de Soberanía y Relaciones Internacionales. Ese informe incluye un paquete de artículos sobre los principios de la política exterior y los tratados internacionales.
Los mecanismos de arbitraje, siendo el CIADI sólo uno de varios mecanismos, son importantes para las buenas relaciones entre gobiernos y las empresas que contratan con esos gobiernos, son instancias imparciales para dirimir sobre diferendos producidos en la interpretación de contratos, y son importantes para garantizar la estabilidad jurídica y económica de una nación, sobretodo si una mantiene una institucionalidad débil como es el caso del país. Sin mecanismos de mediación y arbitraje internacionales, la percepción de riesgo aumenta y por ende se reducen las inversiones foráneas y los empleos, pues no existe seguridad de si sobre los contratos realizados en ese país podrán respetarse en el futuro por la norma y el gobierno locales. Desde luego, sin inversiones no hay empleo ni transferencia tecnológica, sin capital creando beneficios y demandando mano de obra no hay producción ni mejor calidad de vida.
En la práctica, lo que el gobierno de rafael Correa pretende, es que no exista ningún mecanismo de rendición de cuentas local o internacional que le impida renegociar unilateralmente contratos y concesiones, o que le impida imponer tributos y regulaciones ajenos a los acuerdos firmados. De manera que luego de aprobada la Constitución, el gobierno podría expropiar empresas, cambiarle los contratos autoritariamente o imponer tributos lesivos a los contratos, sin, aparentemente, ninguna traba jurídica local y sin esperar demandas internacionales.
Con la eliminación de la sujección del país a arbitrajes internacionales, el gobierno dice "ven incauto a invertir, luego te quitaremos lo que hayas invertido y luego no podrás recurrir a nadie en tu defensa".
1 comment:
Mira el articulo de Grace Jaramillo en El Comercio
Las brujas de Salem
Por Grace Jaramillo
… Llegan escondidas entre los mantos de quién sabe qué inversionista, en las escobas de las temibles compañías mineras, en los mantos de los inefables negociadores comerciales internacionales o en los sombreros de copa de los violadores en serie de soberanías nacionales. Por eso, por las brujas de Salem que han resucitado de pronto en el siglo XXI es que los tratados internacionales deben ser negociados y si es necesario reformados, de acuerdo con la nueva Constitución, para que nadie en la Mesa 9 -que es la que trata los temas de Soberanía y aquellos concernientes a la reinvención del Derecho Internacional Público- se sienta amenazado…
Todo indica que la Mesa 9 quiere convertir –por obra y arte de sus miedos o frustraciones- al Ecuador en Albania o Libia, en lugar de algo más cercano y sereno como Chile o Costa Rica. Y ojalá fuera un mal chiste, pero no lo es: la inquisición ha vuelto a nuestros poblados poshispánicos a castigar a todos los vendepatrias que creen en que los mundos globalizados no solo son un peligro sino también una posibilidad.
"Los tratados internacionales se sujetarán a lo establecido en esta Constitución", como reza el primer artículo de este capítulo, simplemente significa que la Carta de Naciones Unidas debe renegociarse y reformarse si se le ocurre a la futura Constitución; significa que ningún país razonable querrá negociar nada con nosotros, que incluso la propuesta de Unasur deberían pasar por Montecristi antes de empezar siquiera a conversar. Y que todas nuestras misiones comerciales lo piensen dos veces antes de empezar una iniciativa que seguro será pasada por la inquisición antes de ofrecer ventajas y beneficios comerciales al Ecuador.
¡Demasiado triste, penoso, humillante! Pero nada hará cambiar de opinión a una Mesa que tiene como matriz filosófica la teoría de la conspiración internacional. Y los reconocidos internacionalistas que dicen haber invitado a la mesa -José Ayala Lasso y Luis Narváez por ejemplo- dicen sentirse decepcionados con los resultados. Lo único que evidencia estos articulados constitucionales es un tercermundismo asfixiante, un miedo galopante a cualquier cosa que tenga la palabra negociación, un desconocimiento sobre cómo funciona el Derecho Internacional y una ignorancia atrevida de cosas como que nadie nos ha impuesto un TLC, excepto nuestras propias élites; que en el Ciadi la mayoría de los casos ha sido ganada por países y no por multinacionales o que para todos los estados racionales del mundo, las convenciones están por encima de la Constitución.
La izquierda en la que creo es la que construye desarrollo autónomo, con base en el conocimiento, en las nuevas ideas. Aquella que ve al mundo desde la integración y el debate; aquella que no le tema a la negociación global porque esta sí puede traer mayor equidad a su pueblo. Esa izquierda nunca llegó a la Mesa 9, solo una izquierda perdida en la Guerra Fría. Parafraseando al presidente Correa es la que cree que "la calentura está en las sábanas" y que por obra y gracia de aislarnos del mundo, el Ecuador será simplemente mejor, más pobre y con menos trabajo, pero mejor al fin. Por favor, apaguen las luces y cierren la puerta.
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