Alguien dijo una vez sobre la parábola del buen samaritano, que este bienhechor no solo tenía buenas intenciones, también tenía dinero. De allí que sólo se puede ser un buen samaritano si primero ha creado suficiente riqueza para destinarla a un uso compasivo. Pero para crear riqueza debe usarse la mente en pos de generar utilidades basándose en el racional auto-interés. Sea dicho de paso el auto-interés no contradice el espíritu de solidaridad, se complementan.
Mamad Yunus ganó el premio Nobel de la Paz (a mi forma de ver debieron quitarle el premio Nobel de Economía a Stiglitz y dárselo a este benefactor) precisamente por su genial idea de crear un Banco de los Pobres, institución basado en micro-créditos de bajo interés para quienes por sus condiciones de pobreza no pueden acceder a crédito y un Banco de Lucha para mendigos cuyo interés es cero y el préstamo solo se paga cuando sea posible.
¿Tienen sentido estas iniciativas? Por supuesto, de hecho la banca nació así hace mas de dos mil años en oriente medio, los préstamos se hacían bajo palabra a menudo sin avales y con la confianza como concepto. Usualmente un exitoso latifundista, comerciante o manufacturero -o sus herederos- usaban sus excedentes monetarios en préstamos a un interés determinado como compensación al uso de ese dinero en otra actividad. Posteriormente, la consideración de los factores que pueden afectar la puntualidad de los pagos de los deudores como la posibilidad de perder sus ingresos por guerras, hambrunas, desastres naturales, confiscación por las veleidades de los gobernantes, etc. hizo que se considere el factor riesgo como una variable a manejar en el negocio crediticio. Con la evolución de las distintas actividades humanas las finanzas también fueron adquiriendo mayor complejidad y a veces se privilegié el acceso al crédito a sectores mas rentables, mas tarde las imposiciones gubernamentales mediante regulaciones, leyes y convenios fueron encareciendo el crédito y muchas veces cartelizando al sector financiero minando además la posibilidad de acceso al crédito a sectores de menos recursos.
No solo Yunus sino también aquí mismo en nuestro país, las personas han encontrado la forma de burlar cárteles y regulaciones para ofrecer y obtener crédito a sectores de escasos recursos, tal es la función de mutualistas, cooperativas y cajas de crédito campesino que no reguladas tanto como la banca tradicional, logran ofrecer dinero a bajo interés a sus socios. Como dato, una sola cooperativa campesina ha pasado en 9 años a manejar activos mayores 36 millones de dólares con intereses menores a 12% anual.
Yunus es partidario de la libre empresa y defiende al Capitalismo que considera debe cambiar de perspectiva, desprecia el asistencialismo pues su argumento es que cuando se dan limosnas, se impide que la gente tenga iniciativa. Considera también que la empresa no puede consistir sólo en hacer dinero, sino en enriquecer la vida de la gente. Todo esto está muy bien pero deben eliminarse las trabas a la libre empresa, pues de nada servirá crédito de bajo costo a emprendedores si no se permite un sistema de seguridad jurídica que propenda a la igualdad ante la ley y un sistema gubernamental que garantice la vigencia de este sistema. Yunus partió de créditos que adquirió con el sistema financiero formal, pero estos primeros créditos no serían posibles si antes no hubo ahorro logrado en base a riqueza obtenida buscando las mas altas ganancias.
De ello está conciente Yunus pero añade que sería igualmente satisfactorio poder destinar parte de esta riqueza a mejorar la calidad de vida de la gente. Allí entra precisamente la sociedad civil organizada en cajas de ahorro, cooperativas y mutualistas. Pero también es responsabilidad de la sociedad civil exigir a las autoridades respeto a la iniciativa empresarial ofreciendo seguridad jurídica, estabilidad política, bajos impuestos y eliminación de regulaciones. Sólo permitiendo estas mínimas condiciones se libera el potencial que cada persona tiene en sí para crear riqueza material y cultural, para ayudar a sus semejantes y crear una sociedad libre y próspera, no dictada ni dirigida desde la camarilla en el poder sino surgida espontáneamente en el mercado de bienes, servicios e ideas que es la sociedad misma.
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