Por Danny Ayala Hinojosa
La experiencia muestra que cuando el gobierno interviene menos en la sociedad menos daño causa le causa. Los gobiernos que aumentan su poder mermando las libertades de los ciudadanos crean pobreza general y pequeños grupos de privilegiados y cuando el gobierno se encuentra en retirada, los ciudadanos gozan del ejercicio de sus derechos y este ejercicio motiva y garantiza la creación de riqueza material y cultural.
En Ecuador ha ganado las elecciones una corriente de estatismo que no cambiará los cimientos del sistema sino que presionará el acelerador para reducir las libertades económicas de los habitantes de estas tierras, es probable que en unos meses nos encontremos creando una nueva Constitución que ofrecerá mil maravillas y no cumplirá ninguna, ya que las constituciones no son herramientas para la construcción del paraíso, deberían ser límites a la intervención del gobierno, porque el Estado no es el soberano, lo son los ciudadanos. Mientras esto sucede, el gobierno quizá iniciará la marcha de la reingeniería social anunciada, lo cual en realidad no cambia el sistema, lo agrava. Pero esperemos lo mejor, esperemos que las nuevas autoridades abracen la sensatez y se dediquen a fortalecer las instituciones en lugar de disolverlas, esperemos que ofrezcan un marco de respeto a la ley y los contratos y no insistan en los errores de la historia reciente, esperemos que desmembren al monstruo estatista y no lo sigan alimentando con mas burocracia, regulaciones e impuestos.
Ya se ha advertido suficientemente lo que el aumento del poder estatal implica, se ha advertido de los resultados de incautar los bienes ajenos, se ha anunciado los males que suceden cuando se pone obstáculos al mercado, se ha denunciado los privilegios que suponen los subsidios y reglamentaciones y la corrupción que plaga organismos y empresas públicas. Esperemos que no se insista en lo mismo.
Si el nuevo mandatario dice ser revolucionario dice querer brindar crecimiento económico al país cambiando las reglas del sistema, entonces que sea realmente revolucionario y haga reformas importantes. De acuerdo, no firme el TLC pero concesione aduanas y abra el comercio con todo el mundo con un arancel único del 4% y de cero para los bienes que ya nos llegan si impuestos. Si no le gusta la base de Manta, entonces que sean los manteños los que se expresen en las urnas sobre su permanencia. Si no le gusta la deuda externa entonces establezca constitucionalmente que el gobierno no puede endeudarse pero honre los acuerdos ya existentes. Si quiere fomentar la educación entonces suprima al gobierno en su administración y delegue a los municipios esta tarea, lo mismo sea en salud. Si no le gustan las reducciones de impuestos, entonces delegue la facultad de instituirlos y cobrarlos a los municipios y que un porcentaje de éstos financie al gobierno central. Si dice que no favorecerá privilegios entonces suprima la agremiación forzosa, elimine la contratación colectiva, las legislaciones sectoriales, los subsidios y los ingresos forzosos de los gremios. Si no le gustan las privatizaciones entonces emita acciones y entregue a cada ciudadano acciones de las petroleras, energéticas, seguridad social y empresas del ejército y policía. Si dice ser solidario con los ancianos entonces convierta el sistema de pensiones a cuentas de ahorro individual con libre elección y que los jubilados actuales reciban mejores rentas a través de acciones de las empresas ahora estatales. Si dice que manejará responsablemente el presupuesto entonces elimine la pléyade de ministerios, secretarías y entidades autónomas que merman el dinero que debe destinarse a un gobierno eficiente.
Instituya no un infierno ni un paraíso, instituya un gobierno responsable respetuoso a la legítima propiedad de los ciudadanos, eso esperamos del nuevo gobierno.
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