Por el padre Robert Sirico
Volvemos a oír llamados a desalojar el comercialismo de las Navidades. Tales advertencias en contra del materialismo inspirará conflictos y sentimientos de culpabilidad, sin aclarar nada ni hacer bien. Quienes critican el "comercialismo" en las Navidades olvidan que el comercio en estos días se inspira principalmente en el deseo de dar a otros. ¿En qué otro momento del año la actividad comercial se inspira en lagenerosidad?
Las denuncias contra el "comercialismo" navideño provienen de la misma gente que se opone al capitalismo el resto del año. Al hacerlo estimulan un nuevo gnosticismo, el punto de vista de que hay que cuidarse del mundo materialista y que la posesión de bienes materiales, más allá del mínimo esencial, es en sí pecaminoso. Para los modernos gnósticos, el propósito final de cada persona debe ser sobreponerse a la realidad materialista. Y como las festividades nos recuerdan cuan afortunados somos, ese mensaje anticomercial retumba en nuestros oídos.
Pero lo que frecuentemente se olvida es que la tradición judía y la cristiana aceptan la bondad del mundo físico y rechazan la herejía gnóstica. El Libro de Génesis nos enseña que la Tierra es un regalo de Dios para nuestro uso. Claro que la disciplina de órdenes religiosas frecuentemente requieren votos de pobreza, castidad y obediencia, pero estos juramentos no implican la condena del mundo material. La misma Iglesia que administra los sacramentos ha rechazado durante siglos el dualismo entre la materia y el espíritu. Por el contrario, el cristianismo nos enseña que el cuerpo y el alma es lo que en conjunto nos hace humanos. Jesucristo vino a nosotros totalmente divino y totalmente humano. ¿Qué mejor momento del año para que los cristianos expresemos nuestro amor por otros, acercándonos al amor de Dios por nosotros?
Recordemos que los Reyes Magos cruzaron el desierto para traerle al Niño Jesús oro (deseado universalmente con propósito monetario y como decoración), incienso y mirra (resinas exóticas reservadas principalmente para los reyes). Estas eran entonces las mercancías más valiosas. Tales regalos pueden llamarse superfluos y extravagantes. ¿Qué puede hacer un bebé con ellos? ¿Van más allá de lo que puede considerarse esencial? Claro que sí. Eran, apropiadamente, los más altamente apreciados símbolos de amor que los tres reyes podían dar.
La actitud anticomercial asoma un espíritu elitista entre ascetas quese sienten superiores al goce que la gente común siente dando regalos. Un grupo de ellos vende, sin fines de lucro, un afiche que muestra cómo se vería Belén si el capitalismo de hoy en día hubiera existido durante la primera Navidad. Parecen confundir el comercio con el descubrimiento de la electricidad.
El auge comercial experimentado cada diciembre es el mejor tipo de comercio que puede haber. Como la Palabra se convirtió en carne, nuestros sentimientos se convierten en regalos, sin importar cuan modestas tales expresiones puedan ser. A los niños se les debe enseñar a anteponer a los demás, usando su mesada o su propio trabajo para elaborar regalos.
Que los comerciantes obtengan una ganancia no le quita nada al resultado final que es permitirle a la gente expresar su espíritu generoso. Si los primeros cristianos lograron hacer suyos viejos festivales paganos, a los cristianos de hoy no les debe molestar que seglares hagan dinero al colaborar con las buenas intenciones navideñas. Y claro que podemos encontrar espiritualidad en el mercado, que es donde todos pasamos mucho de nuestro tiempo.
Las Navidades nos llama a dar gracias por nuestra prosperidad y acompartirla con otros, incluyendo aquellos más allá de nuestro círculo familiar y de amigos. Las Navidades es una de las pocas festividades religiosas reconocidas extensamente. El árbol de Navidad, el nacimiento y los villancicos son parte de nuestra cultura. Y los tacaños teológicos que quieren eliminar el comercialismo en las Navidades no deben olvidar la importancia de diciembre en mantener todo el año los comercios que necesitan. Los salarios de los otros 11 meses en muchos negocios dependen de una buena venta durante las Navidades.
Claro que el amor y la amistad no puede ser comprado o vendido, pero sí puede ser expresado y simbolizado por la generosidad material que caracteriza esta bella época del año.
Acton Institute
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