Los impresionantes ingresos fiscales producidos por los altos precios del petróleo y las decisiones gubernamentales en torno a la Ley de Hidrocarburos y OXY han generado, en una parte de la sociedad ecuatoriana y en el Gobierno, una suerte de éxtasis. Frente a esos enormes recursos, y tal como lo han repetido varios jerarcas gubernamentales, el Gobierno puede cubrir sin problemas los 23 millones de dólares de ahorros arancelarios que perderían los exportadores ecuatorianos por la no renovación del Atpda. De hecho este monto es insignificante frente a los planes de gasto que ya se planifican en todos los rubros. Diversos sectores contagiados por la abundancia proclamada, apuntan por medio del cabildeo o de la presión o los paros, a participar del excedente petrolero.
Los economistas describieron este éxtasis hace muchos años y lo denominaron enfermedad holandesa, teniendo como referencia la reacción de ese país frente al descubrimiento de gas y petróleo, en el Mar del Norte. Las autoridades holandesas gastaron alegremente los nuevos recursos y afectaron el crecimiento industrial, donde se empleaba el grueso de la población. El efecto duradero de esta enfermedad fue visible cuando los precios del petróleo bajaron, y pudo percibirse el estancamiento del sector industrial y agropecuario, cuya recuperación tomó mucho tiempo.
Vivimos justamente un período de altos precios de las materias primas producidas por una combinación de expansión de las grandes economías de Asia: China, Japón e India, y el impacto sobre el mercado petrolero de las aventuras belicistas del señor Bush en Oriente Medio. Es muy seguro que en los años 2006 y 2007 se mantengan los altos precios internacionales para el petróleo, minerales y algunos productos agrícolas, así como una mejora en los términos de intercambio para muchas de las materias primas. Esto genera justamente el caldo de cultivo donde se expande el virus holandés.
En el caso de Ecuador, este escenario descubre tendencias extremadamente críticas. Según la Cepal, en un estudio sobre proyecciones económicas se señala que el año 2006 mantendrá la dinámica de desaceleración comenzada el 2005, en la medida que el crecimiento del sector no petrolero continuará sin compensar el aporte que otorga a la economía el sector petrolero desde el 2004. A pesar del mayor gasto público, sustentado en el alto precio del petróleo, la demanda interna seguirá creciendo a tasas menores, con lo que el producto interno bruto del país disminuirá los años 2006 y 2007. En otras palabras, no hay una correlación entre expansión petrolera y el crecimiento agrícola e industrial. Esto en buena parte proviene del hecho de que esta última no genera ni los empleos ni las mejores remuneraciones que puedan mantener la expansión de la demanda interna y por lo tanto, sostener un ritmo de crecimiento adecuado.
El Gobierno de Ecuador parece descuidar esta lección de la historia económica reciente y parece estar contagiado de la enfermedad holandesa, hasta tal punto que el efecto sobre la economía agrícola e industrial se menosprecia. Es fundamental que el Gobierno corrija su rumbo, use cuidadosamente el excedente petrolero, cree fondos de ahorro y precautele los incentivos, para mantener el crecimiento de la economía real. En caso contrario dejará a futuro una herencia que tomará lustros corregir.
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