Todos los colectivismos, incluyendo al socialismo utópico, el fascismo, comunismo o socialismo real, la socialdemocracia, el nazismo, la teocracia o el militarismo, son formas de esclavitud del ser humano, atentan a la naturaleza humana y su mente creadora, son un ariete contra las columnas de la civilización.
El socialismo como cualquier otra ideología colectivista, busca destruir toda defensa de los derechos individuales para apropiarse del esfuerzo ajeno, para beneficiarse de lo que otros han creado, para ejercer dominio sobre personas y bienes. El socialismo, mediante la violencia directa o usando al gobierno como intermediario, busca destruir al emprendedor, tanto porque lo envidia, tanto porque el emprendedor es la mano que da de comer al parásito, y porque busca los beneficios y comodidades que crea el capitalista sin tener que pagar.
Pero sin personas con iniciativa e inventiva no existirá creación de bienes y servicios, no existirán empleos ni salarios. Sin emprendedores las sociedades se derrumban bajo el peso de mil necesidades insatisfechas. Sin riesgos que los emprendedores asuman y sin oportunidades que aprovechar por parte de estos, no habría ningún avance social, económico o cultural. Las artes se estancarían, los avances técnicos se frenarían y la sociedad misma iría carcomiéndose hasta regresar a la brutalidad de las cavernas, cuando ya no quede nada por depredar por parte de quienes ningún bien o servicio producen.
¿Y si los políticos expulsan y confiscan a los empresarios? los políticos tomarán el mando y manejarán empresas como feudos, produciendo privilegios en lugar de servicios, creando miseria en lugar de bienes. Los trabajadores, hábiles cada uno en su oficio, no tendrán guía ni coordinación de su esfuerzo, pues al no asumir riesgos y detectar oportunidades, su trabajo laborioso será inutil, un gasto de energía sin una finalidad racional.
Porque el sólo hecho de producir mecánicamente de nada sirve en un mundo donde no hay empresarios y no se coordinan libremente ofertas y demandas, donde los incentivos ya no existen y donde los políticos reinan. Las manzanas se pudrirán en los almacenes y los textiles se perderán en bodegas, los tractores se oxidarán en patios y los minerales se amontonarán en escoriales. Sin emprendedores coordinando compras, ventas, expansiones, fusiones, innovaciones técnicas, creando planes, contratando y capacitando personal; las industrias se convierten en meras herramientas sin una prosósito y las empresas, en burocracias sin rumbo.
El ataque del colectivismo a los emprendedores, es el ataque mismo a quienes soportan en sus hombros las más grandes responsabilidades de una sociedad, responsabilidades que no todos quieren o pueden asumir, pero de cuyos frutos los parásitos buscan tener tajada mediante regulaciones e impuestos.
Si el capitalismo es el sistema de la mente en búsqueda del éxito, el mérito y el beneficio, el socialismo es la ideología del fracaso, la rapiña y el autoritarismo.
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