El Federalista: Esto es lo que no se ha dicho del acuerdo de la resolución de la OEA, resolución que localmente quiere venderse como un total triunfo diplomático. No era de esperarse otro resultado, la función de la OEA no es la de condenar a ningún miembro al no ser un tribunal y mucho menos cuando ha quedado patente que el gobierno de Ecuador mantiene nexos con las FARC. Así, tras los cordiales saludos protocolarios y las sonrisas diplomáticas ha quedado claro quién almuerza con quien, quién mantiene su lealtad con qué grupo, quién recibió o entregó dinero de las FARC, quién combate al terrorismo y quién le da refugio.Colombia y Ecuador celebraron el resultado de la reunión de la OEA, en la que se pudo llegar a un texto único y consensuado, que había sido la intención del secretario general, el chileno José Miguel Insulza.
El pronunciamiento condena la incursión colombiana en territorio ecuatoriano, y compromete a los países involucrados en luchar contra los “grupos irregulares o insurgentes”.
La posibilidad del acuerdo se dio por el rechazo a la incursión colombiana en Ecuador, pero también contiene la pretensión del gobierno de Uribe, de un compromiso de todos los países para luchar contra los grupos como las FARC.
Rafael Correa y su absurda política externa han logrado lo que nunca se había esperado que un gobierno ecuatoriano haga: obligarnos a ser parte del conflicto colombiano, aún cuando en la práctica o en el discurso no se acate la resolución de la OEA. Rafael Correa y su ministro Gustavo "Juan" Larrea, además de quedar en evidencia, ahora verán comprometidos sus nexos con los grupos subversivos bolivarianos, encontrarán una inusitada presión internacional y han colocado a Ecuador en la mira de los servicios de inteligencia de EEUU, Inglaterra, Israel, etc.
Los vínculos de los grupos subversivos y bolivarianos extranjeros con las organizaciones locales que les dan sustento ideológico, financiero y logístico encontrarán más dificultades y más agentes de inteligencia tras sus pistas. La evidente infiltración de estos grupos por parte de la inteligencia americana o colombiana los obligará a reducir su exposición, hará complicado su "trabajo" pero sobretodo minará su moral. Las FARC ahora lo pensarán dos veces antes de refugiarse en Ecuador -no tanto por los incompetentes o colaborativos funcionarios ecuatorianos- sino porque han sido expuestos y ya ningún refugio es seguro ni ningún contacto es de fiar. La huída de los efectivos colombianos al conocerse que en una reunión del COSENA (Consejo de Seguridad Nacional) el gobierno ecuatoriano pretendía enfrentarlos y capturarlos, demuestra que el gobierno ecuatoriano también ha sido penetrado por agencias de inteligencia extranjeras. Aunque Rafael Correa es un pésimo economista, debería considerar el costo-beneficio de continuar con el soporte a grupos izquierdistas radicales o enfrentar el hecho de que todas sus actividades y las de su gobierno serán ahora muchísimo más monitoreadas internacionalmente.
Una guerra que no vemos pero que está presente en la política real lejos de los objetivos y micrófonos de la prensa, ha encontrado un nuevo frente en Ecuador.
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