La herencia del fascismo: el progresismo
por Daniel Pipes
La Razón14. Enero 2008
Original en Inglés: Fascism's Legacy: Liberalism
Fascismo progresista suena a oxímoron -- o a término con el que los conservadores insulten a los progresistas. En realidad fue acuñado por un escritor socialista, nada menos que el respetado e influyente izquierdista H .G. Wells, que en 1931 invitaba a sus correligionarios progresistas a convertirse en "fascistas progresistas" o "Nazis ilustrados". De verdad.
Sus palabras, en la práctica, encajan en un patrón mucho más general de fusionar socialismo con fascismo: Mussolini era una importante figura socialista que, durante la Primera Guerra Mundial, renegó del internacionalismo en favor del nacionalismo italiano y llamó Fascismo a la mezcla. De la misma manera, Hitler encabezó el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes.
Estos hechos sorprenden porque llevan la contraria al espectro político que ha dado forma a nuestra visión del mundo desde finales de los años 30, el cual sitúa el comunismo en la extrema izquierda, seguido del socialismo, el progresismo en el centro, el conservadurismo y continuación el fascismo en la extrema derecha. Pero este espectro, señala Jonah Goldberg en su original libro nuevo, Fascismo progresista: la historia de la izquierda americana, de Mussolini a los principios políticos (Doubleday), refleja el uso por parte de Stalin de facha como epíteto para desacreditar a cualquiera que le apeteciera - Trotsky, Churchill, los campesinos rusos - y retorcer la realidad. Ya en 1946, George Orwell observaba que fascismo había degenerado hasta significar "cualquier cosa no deseable".
Entender el fascismo en su expresión completa exige dejar de lado las manipulaciones de Stalin del término y mirar más allá del Holocausto, y en su lugar volver al periodo que Goldberg llama "el momento facista", alrededor de 1910-35. Ideología estatista, el fascismo utiliza la política como la herramienta para transformar a la sociedad de individuos atomizados en un entero orgánico. Lo hace exaltando al estado por encima del individuo, al conocimiento técnico por encima de la democracia, al consenso sobre el debate, y al socialismo sobre el capitalismo. Es totalitario en la definición original de Mussolini del término, "Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra del Estado". El mensaje del fascismo se reduce a "¡Basta de charla, más acción!" Su duradero atractivo consiste en hacer que las cosas se hagan.
En cambio, el conservadurismo invita al gobierno limitado, al individualismo, al debate democrático y al capitalismo. Si atractivo reside en la libertad y en dejar en paz a la ciudadanía.
La aportación de Goldberg reside en establecer el parentesco entre comunismo, fascismo y progresismo. Todos se derivan de la misma tradición que se remonta a los Jacobinos de la Revolución Francesa. Su espectro político revisado se centra en el papel del estado y va del libertarismo al conservadurismo pasando por el fascismo en sus numerosas variantes -- americano, italiano, alemán, ruso, chino, cubano, y demás.
Como sugiere este listado, el fascismo es flexible; las diferentes variantes difieren en puntos específicos pero comparten "impulsos emocionales e instintivos". Mussolini alteró la agenda socialista para poner el acento en el estado; Lenin convirtió a los trabajadores en la vanguardia del partido; Hitler añadió la raza. Si la versión alemana era militarista, la americana (que Goldberg llama fascismo liberal) es casi pacifista. Goldberg cita en este punto al historiador Richard Pipes: "El bolchevismo y el fascismo eran herejías del socialismo". Él demuestra esta confluencia de dos maneras.
En primer lugar, ofrece una "historia secreta de la izquierda americana":
El progresismo de Woodrow Wilson ofrecía un programa "militarista, fanáticamente nacionalista, imperialista, racista", marcado por las exigencias de la Primera Guerra Mundial.
El "New Deal fascista" de Franklin D. Roosevelt se levantaba sobre, y extendía, el gobierno de Wilson.
El Great Society de Lyndon B. Johnson estableció el estado del bienestar moderno, "la consumación definitiva" (hasta la fecha) de esta tradición estatista.
La juventud revolucionaria de la Nueva Izquierda de los años 60 trajo "una actualización americanizada" del paleoconservadurismo europeo.
Hillary Clinton espera "insertar al estado en lo profundo de la vida familiar", un paso esencial del proyecto totalitario.
Resumiendo casi un siglo de historia, si el sistema político americano instó tradicionalmente a la búsqueda de la felicidad, "cada vez más de nosotros queremos dejar de buscarla y repartirla".
En segundo lugar, Goldberg disecciona los programas progresistas americanos - raciales, económicos, medioambientales, hasta "el culto a lo orgánico" - y demuestra su afinidad con los de Mussolini y Hitler.
Si este resumen suena inverosímil hasta aturdir, lea Fascismo progresista en su totalidad con sus coloristas citas y convincente documentación. El autor, conocido hasta la fecha como polemista elegante y erudito, ha demostrado ser un importante pensador político.
Más allá de ofrecer una manera radicalmente diferente de comprender la política moderna, en la que facha es tan insulto como socialista, el extraordinario libro de Goldberg proporciona a los conservadores las herramientas para responder a sus torturadores progres y eventualmente pasar a la ofensiva. Si los progresistas pueden agitar eternamente el fantasma de Joseph McCarthy, los conservadores pueden contar con el de Benito Mussolini.
Publicado en http://es.danielpipes.org/article/5375
3 comments:
coolio!
cual es el mensaje de esta jerga?
que es mejor vivir bajo un regimen conservador? dile eso a 80% de los ecuatorianos!
El mensaje de este artículo es que la izquierda siempre ha estado relacionada con regímenes autoritarios como el fascismo. Mientras que el artículo hace una investigación en el pasado de la izquierda y no propone un norte, yo sí propongo que busquemos una salida liberal hacia una sociedad de libertades y oportunidades.
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