Thursday, December 20, 2007

Competencia y belleza

Artículo publicado por Federico N. Fernández en su Blog

Hace un tiempo, mi gran amigo Pablo, estuvo de visita en la que es su ciudad: Rosario. Emigrado junto a su encantadora esposa, vive en Israel desde hace casi cuatro años. Quienes lo conocen saben, que entre sus múltiples cualidades, se encuentra la de poseer una notable lucidez. Así, no es de extrañar que una tarde, tomando un café en un bar del centro, Pablo comentó una circunstancia muy interesante que le ha tocado experimentar en Israel y que –pese a parecer lejana en un principio- muy bien puede relacionarse con los efectos benéficos del libre mercado, la importación y la competencia.

La cuestión es la siguiente: desde la caída del Muro de Berlín y la consecuente implosión del imperio soviético, muchas personas que vivían en Rusia, al recobrar la libertad de movimiento, han emigrado hacia Israel. Buena parte de esta corriente migratoria está compuesta por mujeres de una belleza y encanto dignos de los mejores tesoros del Zar. Hecho que no tardó en marcar un pronunciado contraste entre las recién llegadas y las nativas. Sucede que, no obstante las israelíes son mujeres ciertamente bonitas, Pablo me comentaba que las mismas carecían, por decirlo de alguna manera, de un adecuado desarrollo del sentido de la coquetería. Acostumbrado a la situación celestial de Rosario, mi amigo empero no tardó en advertir que quizás el mayor problema de las féminas en su nuevo entorno no era de fondo sino de forma: se trataba principalmente de una inercia instalada entre las israelíes, vaya uno a saber por qué motivo, que las hacía tender al desaliño. O como he escuchado mil veces entre amigos que han visitado Israel, muchos de ellos por períodos prolongados, “las chicas de allá no se arreglan”...

No se pierdan el descenlace de esta historia

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