Lo siguiente podrá parecer muy subjetivo y acepto la crítica, pero uno puede salir y hacer una degustación si quiere entre las panaderías de su barrio.
En donde el pan no ha subido de precio se observa que la calidad es mala, en algunos casos el pan tiene exceso de levadura y en otros es graciento y pegajoso, de mal sabor. En algunos panes integrales se nota claramente una mayor cantidad de avena que de trigo integral o aparece avena en panes marcados como integral de trigo.
¿La razón? el temor a un posible control de precios y hasta de una incautación ha hecho que los panaderos entreguen un pan al precio de siempre pero sacrificando la calidad. Desde luego, no son todas las panaderías ni es un problema diario, pero es evidencia de los problemas que están sucediendo en la economía.
Se supone que existe un subsidio a la harina pero nadie sabe si está funcionando o a donde va a parar el trigo subsidiado, no importa, en este blog ya se dijo que el subsidio además de ser ilegítimo como todo subsidio, este no funcionaría de todos modos.
La solución a este problema viene de la mano de reducir la intervención estatal. un gobierno medianamente honesto debe descartar categóricamente cualquier subsidio, control de precios y cualquier amenaza de incautación o de multas. Si el precio del trigo está alto ¿qué le vamos a hacer? nada, dejar al mercado funcionar permitiendo que los precios guíen a los inversionistas para entrar a producir trigo rentable, reduciendo el precio en el mediano plazo.
Es que si el precio mundial del trigo está alto, este precio se convierte en un incentivo para producir más trigo, más inversiones entrarán a financiar los negocios agroindustriales para producir trigo y aprovechar el precio, al existir más trigo en el mercado este cae de precio beneficiando a los consumidores, por consiguiente el pan y los productos elaborados con harina de trigo mantendrán precios estables y tenderán a descender por efecto de la competencia.
Resultado, no es la intervención gubernamental la que asegura la existencia de trigo y pan. Es el legítimo afán de lucro, el libre mercado y la competencia abierta lo que asegura que en nuestras mesas exista un desayuno de cada vez mejor calidad y a precios convenientes.
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