Todos los impuestos son inmorales por naturaleza porque consisten en la confiscación parcial de propiedad de cada persona, los impuestos son un esquilmo de los bolsillos de los ciudadanos en nombre del "bien común" que siempre termina siendo el bien de unos privilegiados.
El destino del dinero obtenido es irrelevante pero incluye el financiamiento de aparatos de represión, el financiamiento de guerras y ejércitos permanentes, el financiamiento de burocracias arrogantes y vagas que no viven de desarrollar productos y servicios, viven de nuestro dinero. Así que no es extraño que los saqueadores del logro ajeno pongan el grito en el cielo cuando alguien propone que se les quite su fuente de financiamiento.
El destino del dinero obtenido es irrelevante pero incluye el financiamiento de aparatos de represión, el financiamiento de guerras y ejércitos permanentes, el financiamiento de burocracias arrogantes y vagas que no viven de desarrollar productos y servicios, viven de nuestro dinero. Así que no es extraño que los saqueadores del logro ajeno pongan el grito en el cielo cuando alguien propone que se les quite su fuente de financiamiento.
Pero si tuviese que identificarse el peor de los impuestos, este definitivamente es el Impuesto a la Renta. El Impuesto a la Renta es la confiscación de un porcentaje del logro económico de una persona, es una penalización a la creación de riqueza, es una sentencia sobre los creadores de riqueza por el pecado de ser tesoneros y eficientes, es un impuesto autoritario que implica que el Estado meta sus narices sobre los asuntos personales de uno para estimar cuanto uno debe entregar de su bolsillo al gobierno.
Pero no contentos con intervenir en la vida de la gente para escamotearle sus monedas del bolsillo, los burócratas y políticos se inventaron la modalidad del impuesto progresivo, que no es mas que cobrar un porcentaje mayor a cada persona si ésta logra un nivel mas alto de riqueza, a mayor éxito económico mayor impuesto.
Pero no contentos con intervenir en la vida de la gente para escamotearle sus monedas del bolsillo, los burócratas y políticos se inventaron la modalidad del impuesto progresivo, que no es mas que cobrar un porcentaje mayor a cada persona si ésta logra un nivel mas alto de riqueza, a mayor éxito económico mayor impuesto.
Pero ello tiene un costo: empobrece al país que impone esta clase de impuestos.
Cuando hay impuestos progresivos como éste, se destruyen los incentivos de generación de riqueza, se fomenta el quemeimportismo y se enferma a la sociedad. Los efectos los padecen todos excepto claro los políticos y burócratas que tienen asegurado sus ingresos a costa nuestra.
Cuando existe un Impuesto a la Renta progresivo los empresarios encuentran desilusionante invertir en el país pues a mayor retorno de la inversión es mayor el impuesto y pocas las utilidades. Como consecuencia, no se crean nuevas industrias ni se amplían o mejoran las existentes, no hay incentivo para crear nuevos productos y mejorar los actuales pues es inutil innovar la producción con la justa retribución que ello implica, si la retribución tiende a ser mínima merced a los impuestos sobre la renta. Así mismo, a poca producción y poca oferta, los productos terminan encareciéndose y siempre los impuestos terminan trasladándose al consumidor, ya sea como un costo mas de producción o ya sea como falta de productos, empleos y riqueza general.
Y es precisamente la población la que sufre las consecuencias pues seguido al cierre de empresas o a la falta de nuevas industrias, los empleos desaparecen y al no existir suficientes negocios funcionando en la sociedad, no solo los productos se vuelven escasos sino que los salarios tienden a caer por la abundante oferta de mano de obra. Poco después el desempleo se convierte en migración y en familias destruidas, las familias destruidas se convierten en cuna de la delincuencia y mendicidad, y ambos convierte los barrios en guettos y el país va de a poco a la ruina.
Quienes no van a la ruina son las burocracias doradas que despectivamente califican a los empresarios como insolidarios, egoístas, avaros y acaparadores de riqueza. Cuando son estas mismas burocracias de ministerios, de organismos reguladores y de empresas públicas las masas mezquinas que viven del dinero ajeno, son las irrespetuosas gentes envalentonadas no del esfuerzo propio sino del logro de los demás y son las que reciben un sueldo aunque el resto del país tenga que desenterrar raíces para comer.
No es extraño entonces que estas mafias estatales usen nuestro dinero tomado a la fuerza para financiar a articulistas y analistas, respaldar a políticos y partidos, y movilizar a ONGs y activistas para evitar a toda costa la eliminación de muchos de sus privilegios: contratos colectivos, puestos burocráticos, prebendas contractuales, sobresueldos, viáticos, viajes y vacaciones pagadas. Las mafias mueven todos sus tentáculos para evitar la privatización de sus madrigueras conocidas a veces como "empresas públicas" u "organismos gubernamentales", enfilan todas sus armas contra cualquier reducción de impuestos, enarbolan la falacia del "bien común" para sostener sus palacios ministeriales y sus poltronas.
Todo sea para que la burocracia tenga que comer y en abundancia, a costa del fruto del trabajo de todos los demás.
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